Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
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Caso Valogreene en Bergara: al final la verdad se impone
“La operación de engaño fue casi perfecta delante del Ayuntamiento y la ciudadanía, con el inestimable apoyo del Gobierno vasco. Amaia Barredo y Javier Aguirre Orcajo debieron ser condenados por prevaricación administrativa”
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En la reciente sentencia 276/2025 de 21 de mayo de 2025 del TSJPV en el recurso contencioso interpuesto por Ecologistas en Acción, y otras tres más en respuesta al Ayuntamiento de Bergara y dos vecinos afectados, se ha demostrado en sede judicial lo que veníamos defendiendo desde que conocimos el proyecto de la mercantil Valogreene, con el apoyo total del Gobierno vasco (Arantxa Tapia, consejera, Amaia Barredo, viceconsejera y Javier Aguirre Orcajo, Director de Calidad Ambiental), para implantar una instalación de tratamiento de 155.000 toneladas de residuos papeleros generados en siete papeleras de Euskadi. Que la actividad principal era la gestión de residuos, que su implantación en el polígono industrial Larramendi era incompatible con las normas urbanísticas de ese polígono y las municipales, y que la tecnología elegida y la normativa a aplicar era la incineración de residuos.
El negocio principal de esa mercantil, creada ex profeso para ese proyecto, que tiene su sede social en el Clúster del Papel de Euskadi en Donosti, iba a ser la gestión externa de los lodos papeleros, que mayoritariamente se vertían en el fenecido vertedero de Zaldibar. Había que buscar una alternativa de forma rápida se decía desde el Gobierno vasco, pues ahora esos residuos se transportaban a centenares de kilómetros con altos costes para las empresas. Otras empresas papeleras han optado por la gestión interna de los residuos generados sin tener que transportarlos a muchos km. Pero aquí lo que primaba es la cuenta de resultados.
Sin embargo, la operación de engaño fue casi perfecta delante del Ayuntamiento y la ciudadanía, con el inestimable apoyo del Gobierno vasco. Iba a ser una actividad industrial productiva, bien que un tanto confusa, la “producción ecológica de cargas minerales para la industria” cuyo resultado era un “material calcáreo” de supuesto gran valor económico, que sería demandado potencialmente por muchos sectores productivos: cemento, calzado, cerámica, etc. Ese “producto” era en realidad carbonato cálcico, abundante en las rocas calizas de nuestras montañas, cuyo valor económico es bajísimo, ¡¡solo de algunos euros por tonelada!! Da igual, nadie se daría cuenta.
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