Entre la ruina y el olvido: el barrio zaragozano de la Magdalena clama por su patrimonio y su gente

Emilio no necesita mapas ni estadísticas para explicar lo que está pasando en su barrio. Le basta con caminar por las calles de La Magdalena, en pleno Casco Histórico de Zaragoza, para mostrar una realidad visible: fachadas que se caen a pedazos, solares que acumulan basura y viviendas en condiciones que rozan la infravivienda.
“Es una mezcla de gentrificación, dejadez y torpeza del Ayuntamiento”, resume Emilio en representación de la Asociación Vecinal de La Magdalena a la que pertenece y desde donde llevan casi 20 años recorriendo el barrio y denunciando su abandono.
Según explica a elDiario.es, “lo que nos encontramos es que hay incluso edificios catalogados por el propio Ayuntamiento como de interés ambiental o patrimonial y que están totalmente abandonados”. “Es incomprensible”, añade.
En uno de ellos, el número 72 de la calle Mayor, vivían hasta hace dos semanas una veintena de personas a pesar de presentar riesgo estructural y haber sido declarado en ruina inminente.
Debido a su valor patrimonial, ya que contempla restos de la antigua muralla romana de la ciudad, todos los elementos del edificio que sean relevantes deberán protegerse. Sin embargo, algunas entidades patrimonialistas piden que se conserve íntegramente el inmueble y que se tomen las medidas necesarias para su estabilización.
En este sentido, Emilio agrega que “sea como sea” hay que velar por la protección de los vecinos, pero también “apostar por el cuidado del patrimonio”, que hasta ahora ha sido “nulo” y se ha dejado que “se cayeran edificios”.
“Hasta a nosotros nos ha asombrado encontrarnos con una buena cantidad de edificaciones que el mismo Ayuntamiento cataloga de interés y están abandonadas a su suerte. Y no solo las que todavía se mantienen en pie, algunas a duras penas. Están las que se han derribado”, sostiene.
La Asociación ha documentado en un informe sobre espacios abandonados del barrio con ejemplos como el edificio de Coso 182, que, pese a estar catalogado como de interés ambiental, fue derribado, o su vecino, el 184, que siguió el mismo camino tras un incendio.
Entre fachadas que se caen
“Por lo visto, los políticos han acogido esa tradición de que lo viejo no vale y hay que construir cosas nuevas. Si tú declaras un inmueble en ruina, se tira y ya está. Es lamentable que nadie se preocupe por salvar la fechada o buscar alternativas”, critica.
Además, desde la asociación recuerdan que “un Casco Histórico se define precisamente por su interés histórico, manifestado a través de sus edificios más antiguos, esos que le dan interés ambiental y que nadie cuida”.
De hecho, algunos de estos inmuebles cuentan con personas en su interior, que “viven en condiciones infames”, en la mayoría de los casos sin agua, sin luz y sin cristales.
“A mí no me preocupa la okupación, me preocupa que estos edificios, sean del tipo que sean, se puedan venir abajo en cualquier momento con gente dentro”, dice Emilio sobre estos inmuebles deteriorados que suponen un peligro real también para los viandantes.

Tal y como denuncia, el trato que da el Ayuntamiento depende del tamaño del propietario, ya que “a las comunidades humildes les meten candela por una cornisa y a los grandes tenedores, aunque tengan edificios enteros cayéndose, no les hacen nada”.
“Es un escándalo. Hubo a finales del siglo XX un amago de plan integral, pero todo ha pasado a la posteridad. Lo mismo ha dado”, apunta.
No obstante, habla de una dejadez institucional sostenida en el tiempo, “gobierne quien gobierne”. “Lo mismo ha dado que estuviera PP-Vox o que antes estuviera Zaragoza en Común. El patrimonio se ha deteriorado igual porque nadie ha prestado atención”, sostiene.
El abandono es estructural
La Magdalena es, según datos municipales, una de las zonas con menor renta media de Zaragoza. “Aquí se junta la gente más pobre y los edificios más viejos. Vivir en un Casco Viejo, donde el 25% de sus residentes se encuentran en situación de pobreza, es un sacrificio. Las casas son antiguos y los vecinos no tienen recursos”, aclara Emilio, quien por eso exige ayudas públicas para “compensar a ese vecindario”.
En zonas como Tenerías, añade, “hablar de gentrificación parece un chiste, porque no hay comercios, no hay locales, no hay vida”. En otras partes del barrio, sin embargo, ya han detectado transformaciones impulsadas por la llegada de pisos turísticos: “En Heroísmo se han rehabilitado bloques enteros, pero no para que viva la gente. El vecindario no ha cambiado, sino que ha desaparecido”.
A este respecto, María del Carmen, natural del barrio, indica que “es una pena lo que pasa ahora”, ya que “no están los vecinos de toda la vida y la gente solo pasa por las calles”. “Nadie se queda, nadie viene. Es normal que no quieran vivir aquí, si está todo cerrado y hay inseguridad”, apunta.
Por todo ello, desde la asociación vecinal piden poner en marcha equipamientos sociales de larga duración que “den vidilla” al barrio, así como impulsar ayudas para rehabilitar y recuperar gran parte de los edificios protegiendo, al mismo tiempo, aquellos de valor histórico, arquitectónico o ambiental.
Una administración con límites
El Ayuntamiento de Zaragoza, por su parte, reconoce la importancia de la preservación del Casco Histórico y la necesidad de actuar frente al deterioro de ciertos edificios. Sin embargo, destacan que la responsabilidad de conservación de los edificios de valor ambiental recae en los propietarios privados, salvo en casos de urgencia o riesgo para la seguridad.
Tal y como comparten fuentes municipales, la administración tiene una función de vigilancia, lo que significa que el Ayuntamiento puede actuar subsidiariamente en situaciones de emergencia, pero no asumir la rehabilitación de edificios como norma. “El Ayuntamiento no es una empresa de obras”, acentúan.
En cuanto al valor de los inmuebles, matizan: “La Magdalena no tiene valor patrimonial como concepto. Hay edificios que tienen valor ambiental, que es una cuestión de estética”, afirman. Y eso, apuntan, no siempre justifica una intervención pública directa.
En cuanto a las acciones concretas, el Ayuntamiento asegura que ha realizado intervenciones urgentes en edificios como el de la calle Mayor o en el solar de la calle Luzán, y que se han hecho trabajos de inspección urbanísticas y requerimientos a los propietarios.
“Cuando se ve que no se está cumpliendo con algo, se les reclama. Le ocurrió al Cabildo con El Pilar porque se caían las piedras. Como no actuaban, pusimos el primer vallado. Así, hasta que terminaron actuando. Le pasa lo mismo a cualquier otro edificio”, valoran desde el consistorio.
También insisten en que, aunque a los vecinos les puede parecer que algunas cosas son patrimoniales, el Casco Histórico en sí lo es, pero no todos los edificios. “La obligación de la conservación de los edificios es de las propiedades y de los dueños”, remarcaran.
No obstante, desde el Ayuntamiento han destinado más de 20 millones de euros a la regeneración del parque Bruil y su entorno histórico, así como la revitalización la zona, ek impulso del comercio local y la mejora de la seguridad e infraestructura urbana.
¿Y ahora qué?
Si bien, Emilio cree que la administración tiene margen para actuar mucho más. “A veces, cuando se declara un edificio en ruina, no es porque lo esté. Es para justificar su derribo”, analiza.
Asimismo, la Asociación Vecinal advierte que, si no se actúa con urgencia, el Casco Histórico puede desaparecer tal y como lo conocemos. Para evitarlo, instan al Ayuntamiento a hacerse cargo subsidiariamente de muchos de estos espacios y destinarlos a usos comunitarios vecinales, equipamientos públicos o vivienda social pública a precios asequibles.
Sin embargo, advierte que “esto no es solo cosa de La Magdalena, sino que también pasa en El Gancho, en el Barrio Jesús o en Las Fuentes, donde nadie hace nada, aunque existan casas viejas y solares vacíos”.
Y es que, más allá de estas propuestas vecinales que exigen una “ayuda real” a quienes viven en los edificios más antiguos, desde la Asociación se exige que se escuche al vecindario. “No pedimos milagros, pedimos que dejen de mirar hacia otro lado”, concluye.
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