A pie de aula en el primer día de la nueva selectividad: “Hacía falta el cambio, los estudiantes llegaban peor preparados”

Cada cual afronta la presión como puede. Son las 8.15 y hordas de estudiantes se agolpan frente a las facultades de la Universidad Complutense de Madrid para hacer el, hasta ahora, examen más importante de sus vidas. Quedan aún 45 minutos para que empiece el baile y otros 30 hasta que arranque la Selectividad, y la tensión se va palpando en el ambiente.
Algunos se buscan un lugar tranquilo y repasan todo lo que pueden hasta el último minuto. No se sabe dónde está esa décima que te puede dar acceso a Odontología, piensa Gimena, y con un 12,7 de nota de corte el año pasado van a hacer falta todas y cada una de ellas. Otros, como Nico y Mateo, prefieren comentar. Qué temas te has estudiado y cuáles te has dejado fuera, porque este año ha cambiado el examen y eso de dejarse medio temario, como venía pasando desde la pandemia, ya no es posible. A alguien se le ha ocurrido traer un balón de fútbol y un grupo de chicos intenta pasársela sin que toque el suelo. La suerte está echada, parecen pensar.
Hora y media después de empezar el examen, Olga es la primera que sale del aula 3 de la Facultad de Químicas de la Complutense. En Madrid ha caído la Generación del 27, el comentario de un texto periodístico de El País sobre la DANA y la empatía y por qué nos diferenciamos de los animales y analizar un libro a elegir “de entre 1937 y 1975” (la guerra civil y la dictadura). También ha elegido la definicición de “polisemia”, mejor que la de “antropóloga”. Olga sale satisfecha. “Lo esperaba peor”, admite. Según pasan los minutos y salen sus compañeros, las caras sonríen. Un examen asequible, coinciden, para empezar los tres días con optimismo. Un chico que se presenta este curso por segunda vez para subir nota comenta que apenas ha notado diferencias con el pasado.
Año I
Este año es el año I de la nueva selectividad. Aunque la Vicerrectora de Estudiantes de la UCM, Rosa de la Fuente, asegura que el examen no va a cambiar tanto respecto a otros años, los chicos y chicas que esperan ansiosos no lo tienen tan claro. Este año la prueba más importante de cuantas se hacen en el sistema educativo español cambia el formato, pierde buena parte de la optatividad que había facilitado las cosas, y mucho, a generaciones anteriores, y entra en la era competencial. Todo de golpe.
En la previa del examen se ha señalado que esta edición es algo injusta con quienes se presentan, que les toca un examen más difícil y además nuevo, sin referencias previas. De la Fuente explica en la puerta de la Facultad de Químicas que el cambio era necesario, entre otras cosas porque en las universidades estaban detectando “que los estudiantes llegaban peor preparados” porque “como sabían que podían elegir podían dejar de lado buena parte del temario”.
En concreto el 50%, tercia Berta minutos antes de entrar al examen. “Este año como mucho te puedes dejar un tema de nueve”. Habla de Lengua y Literatura, primer examen del día. El problema, explicaba De la Fuente, es que en muchas materias el conocimiento no está compartimentado, y si te dejas la mitad del temario igual el otro cojea también.
Triste consuelo para el estudiantado, que lo único que sabe es que les ha tocado el año del cambio. El año del examen por competencias, aunque no tanto. Apenas un 20% de la prueba tendrá este enfoque porque “no lo han podido trabajar tanto”, explica la vicerrectora.
Nico y Mateo están tranquilos. Aunque solo había un modelo de examen oficial, cuentan que han podido preparlo en clase y están listos para lo que les llegaba en unos minutos. No creen que sea injusto que les haya tocado el cambio. “Lo veo más como mala suerte”, comenta Nico. Quiere entrar en Cafyd (Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, el antiguo INEF) y calcula que va a necesitar más de un nueve, pero cree que llega. También cuenta, es algo que comentan varios estudiantes, con una ligera bajada de las notas de corte por el cambio del examen.
Si acaba pasando será bienvenida por la mayoría de estudiantes, que en los últimos años solo han visto las notas de corte subir y subir a lomos de las facilidades que el sistema dio desde la COVID y también de la creciente competitividad y la falta de plazas públicas.
“Hemos practicado mucho”
Unos centenares de metros más allá, María Yepes, Luisa Fernández y Miguel Peña, del Instituto Veritas de Pozuelo, charlaban entre apuntes minutos antes del comienzo del primer examen, el de Lengua y Literatura Castellana. “Estamos nerviosos pero hemos trabajado durante todo el curso y practicado mucho, sobre todo de cara al nuevo modelo de examen”, explicaban los jóvenes.

Las preguntas competenciales, que precisan de respuestas más reflexivas y elaboradas, preocupaban al estudiantado, como la reducción de la opcionalidad con un modelo único de examen o las faltas de ortografía, que penalizarán hasta dos puntos en el caso de Lengua Castellana o 1,5 en las pruebas de lenguas extranjeras en un intento de alcanzar la mayor uniformidad en la prueba por toda España.
Marcos Baro, del Instituto Montessori de Madrid no sabe que quiere estudiar pero le intranquiliza no saber cómo será el examen. “Si pudiese haber podido elegir quedarme con el modelo antiguo lo hubiese preferido. Creo que siempre es mejor hacer lo que han hecho otros para poder practicar más”, explicaba el alumno.

Sin embargo, para otros como es el caso de María López, del Colegio de Nuestra Señora de los Ángeles de Villaverde, el examen no supone una gran preocupación. A las puertas de la Facultad de Ciencias Biológicas, minutos antes del comienzo del primer examen, la alumna charlaba junto a sus compañeros. “La verdad es que ahora nos estabámos riendo mientras hacemos una porra de lo que entra. Cuando me siente en la mesa igual ya me pongo más nerviosa pero ahora estoy tranquila”, comentaba entre risas.
A su lado, su compañero de clase Álvaro Mota coincidía en que el nuevo modelo no preocupa tanto porque “no supone un gran cambio”. “Los ejercicios siguen siendo más o menos del mismo formato, aunque si que es verdad que hay que estudiar más porque no se puede elegir”, añadía Mota. La mayoría coincide en que el principal cambio es no poder descartar temario. “Yo por ejemplo, en literatura al final he tenido que descartar cosas porque por un punto y medio no me merecía la pena”, comentaba Julia Zapico, alumna del IES José García Nieto, de las Rozas.
Sobre las 11 de la mañana, una vez terminado el primer turno del examen de Lengua y Literatura, la marea de estudiantes se agolpaba en el exterior de las facultades. Entre abrazos, Brayan y Alejandro, del IES Antonio Domínguez Ortiz de Vallecas, celebraban haberse liberado del primer examen. “Para lo que he estudiado me ha salido bastante bien, no he notado tanta diferencia respecto a otros años”, relataba Brayan. Unos metros más a la derecha, Carmen Sánchez, del Trinity College de Boadilla, se mostraba contenta. “La verdad que me ha salido bien la jugada, han entrado los dos temás más típicos y los que yo quería así que genial”, expicaba. La generación del 27 y la literatura hispanoamericana contemporánea han sido las dos preguntas que han entrado, para el alivio de muchos. “Era lo que me esperaba así que genial”, expresaba Raúl Lapiedra del IES Gran Capitán en Arganzuela.
Rubén Darío y un editorial de 'El País' en Córdoba
En Córdoba, Israel Muñoz, vicerrector de Estudiantes y Cultura de la Universidad de Córdoba, y Diego Ángel Copé, delegado de Desarrollo Educativo y FP de la Junta de Andalucía, han admitido haber visto a más de un alumno suspirar de alivio cuando pudieron mirar el examen: Rubén Darío y un editorial de El País, informa Jesús Ventura. Un pequeño alivio ante la advertencia previa de Copé: “Este modelo es más exigente en algunos aspectos. Lo fundamental es que los alumnos y las alumnas apliquen conocimientos y demuestren competencias adquiridas a lo largo de los dos años de Bachillerato”, apunta.
La PAU 2025 deja una ligera bajada de estudiantes matriculados en la región, pero Israel Muñoz aclara que no es preocupante, ya que se siguen “moviendo en cifras similares, en torno a 4.000 o 5.000 estudiantes. ”En el conjunto de Andalucía, hay algo más de 50.000 alumnos y alumnas presentándose este año, y la provincia cordobesa representa aproximadamente un 10% del total“.
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