Cuando fuimos insumisos: la memoria de una lucha en cintas VHS en pleno debate sobre el gasto militar

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Alejandro Luque

Sevilla —
17 de junio de 2025 22:37 h

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El primer proyecto que llegó a La Digitalizadora, el colectivo que lleva varios años rescatando grabaciones domésticas para adaptarlas a los nuevos formatos, contextualizarlas y documentarlas, tenía que ver con el tema de la insumisión y la objeción de conciencia. Un vecino del barrio de San Diego de Sevilla, Adrián Collado, había estado recopilando viejas cintas VHS de su archivo personal y de otras colecciones con el objeto de preservar la memoria de aquel movimiento. El resultado era una caja enorme con más de 60 filmaciones, sobre la que varias personas empezaron a trabajar. Pero Adrián falleció en 2023, sin poder llegar a ver el proyecto culminado.

“Fue muy duro, después de tanta lucha desde su barrio”, explica Julia, una de las implicadas en el proceso de recuperación de imágenes y de reconstrucción de aquella historia. “El año pasado decidimos hacer un esfuerzo por acabar el trabajo de manera voluntaria, usando nuestros propios medios. Nos pusimos en busca de los originales de aquellas cintas VHS, los brutos de cámara, y fuimos sacando lo más interesante con la ayuda de gente que vivió aquel momento y podía ayudar en la descripción. El resultado es una colección abierta sobre el movimiento de insumisión y la objeción de conciencia, que hemos compartido en la red y que va a seguir siendo abierta”.

Claro que el asunto no se limitaba a trabajar con viejas películas caseras. Había que investigar quién podía tener más material, y quién podía reconocer a las personas que aparecían ante la cámara. Ahí, como sucede siempre en las aventuras de La Digitalizadora, nunca se sabe qué puede aparecer. Por ejemplo, un documental sobre el tema del director sevillano Mariano Agudo, de Intermedia Producciones, que nunca se llegó a montar, que estaba entre las cintas VHS de Collado: hubo que buscar la película original. O varias grabaciones de la Asociación El Cable que habían permanecido durmiendo en el polvo de alguna estantería hasta que la iniciativa de La Digitalizadora las sacó a la luz.

Juicios y expulsiones

También asomó, como un regalo de la suerte, un material impagable: los archivos de la televisión comunitaria del barrio de San Diego, Habla San Diego TV, así como el periódico correspondiente, Habla San Diego. “En el primer juicio a insumisos en España, en el año 91, uno de los procesados era de Sevilla y tenía contacto con la cadena”, señala Julia. “Así que Habla San Diego se fue para Albacete, donde iba a tener lugar el juicio, con una cámara al hombro y un micro, para grabarlo como reportaje. Ese programa se emitió y conseguimos los originales de cámara”.

Julia nació en 1995, cuatro años después de aquella citación. “No tengo conciencia de todo lo que fue aquello, a diferencia de mis compañeros, que sí lo vivieron. A mí me ha pillado de nueva, pero completamente emocionada haciendo la colección, entrevistando a activistas que participaron de aquella lucha, muchos de los cuales se emocionaban al recordarla y hablar de ella. Ahí he aprendido cantidad de cosas, como lo que son los cuidados o cómo la gente unida en torno a una causa justa puede alcanzar una victoria”.

A Julia le impresionan también algunos episodios de aquel movimiento, como el salto de la valla para entrar en la base de la OTAN en Morón de la Frontera (Sevilla), en 1996, que expulsión y posterior entrega a la Guardia Civil de cuatro chavales, entre ellos una niña de 16 años. Una acción por la que se exponían a tres años de prisión. Su delito: querer plantar olivos para reivindicar el uso de la tierra para la vida, y no para la guerra.

Fuerza para seguir

El pasado mes de mayo se celebró en Sevilla una reunión entre personas más o menos comprometidas con la historia de la insumisión en España, con el objeto de presentar la colección, que ya ha digitalizado más de 70 horas. Además del público de la capital hispalense, llegaron espectadores procedentes de otros rincones como Bilbao o las islas Canarias. “Fue muy bonito porque se debatió la manera en la que unos y otros estuvieron involucrados, para elogiar la creatividad que había, pero también hablamos de los peligros de la nostalgia, de la necesidad de referentes, de replantear estrategias… Se respiraba mucha alegría, pero también mucha fuerza para seguir”.

El momento, desde luego, parece propicio, ahora que se reabre el debate sobre el regreso de la ‘mili’ y el aumento del gasto en Defensa. A Julia, desde luego, no le cabría en la cabeza que hubiera que volver a pelear por una causa que se ganó oficialmente en 2001, cuando el Real Decreto 247/2001 del 9 de marzo suprimió el servicio militar obligatorio. “Lo que hemos aprendido de todo aquello es que el movimiento estuvo muy bien organizado, con una estrategia muy contante, muy consciente y muy dispuesta a lo colectivo”, subraya Julia.

Entre los reunidos en la presentación de la colección había también algunos activistas que llegaron a pagar con su libertad el desafío a la imposición estatal. Eran, tal vez, los más emocionados durante las proyecciones. El comentario más llamativo fue el de Antonio, uno de ellos: “Aquello fue muy bonito, sí. Pero lo pasamos fatal”.

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