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Samesugas, la banda que ilustra la resistencia gallega punk & roll: “Nuestro mayor mérito es aguantar 25 años juntos”

La banda compostelana de punk y rock & roll Samesugas

Daniel Salgado

Santiago de Compostela —
7 de junio de 2025 06:00 h

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Por debajo de la superficie brillante del mercado musical existen otros mundos. Escenas autónomas, circuitos subterráneos, parroquias de fieles irreductibles, gente que toca lo que le gusta para otra gente a la que le gusta, músicos que no atienden únicamente a la lógica del comercio. Samesugas, la banda fundada en Santiago de Compostela hace un cuarto de siglo, ilustra un sector de esa resistencia, la del punk & roll, intensidad eléctrica, alto octanaje guitarrero. Ahora publica el apocalíptico White Fire, su cuarto disco de larga duración en una discografía cantada en inglés con incursiones en el gallego y abundante en colaboraciones y sencillos. “Nuestro mayor mérito es aguantar juntos 25 años”, asegura a elDiario.es, sin asomo de ironía, Alberte Leis, su bajista.

El factor humano. No es asunto menor cuando se trata de un cuarteto de personas que comparten dedicación desde 1999, desde 2000 con el actual batería, Ramón Rúa. La formación la completan Joaquín García a la voz y guitarra y Álex García a la guitarra. “No tenemos ningún truco. Supongo que consiste en tener paciencia, porque todos tenemos nuestras cosas”, dice divertido, “y también ayuda no depender de tremenda actividad. La música es nuestra pasión, pero no nuestro medio de vida”. Una pasión, en cualquier caso, que los ha conducido a facturar sólido punk rock, de ese que se asienta más en los pioneros de Detroit o Australia que en los imperdibles de Londres. White Fire (Lixo Urbano, 2025) lo ratifica al mismo tiempo que registra cierta y sutil evolución.

“Lo que más me costó fue abrirme a esos medios tiempos” que pueblan el nuevo disco, confiesa Leis. Su primer proyecto, Dirty Barriguitas, fue en los 90 uno de los estandartes del hardcore gallego, junto a Fame Neghra -de la que proceden Rúa y Álex García-, Mol o Néboa. Y esa práctica acelerada del punk acabó colándose en Samesugas, sobre todo en los inicios: su diez pulgadas Machine in your brain (2003, reeditado y ampliado al año siguiente). El rastro hardcore persiste en su último disco -la canción Last night on earth- pero al lado de temas lentos y agresivos, como el titular o el que paradójicamente lo abre, It's over. Los New Christs -australianos, liderados por Rob Younger- del totémico, oscuro Distemper (1989) no andan lejos. “Es un piropo, el rock australiano es una de nuestras influencias más constantes, AC/DC, Radio Birdman o Hard Ons, a los que versionamos” señala, “aunque en este caso también veo a Neil Young”. Será eso que algunos denominaron, al referirse a White Fire, madurez, añade. Que tardó 14 años en llegar. El disco, sobre la madurez, entre risas, no opina.

La amalgama 'samesuga': punk, rock&roll sucio, garage o power pop

De 2011 data su elepé anterior, They are out there. ¿Por qué un silencio tan prolongado? “Pasaron muchas cosas, pero nunca dejamos de ensayar ni de dar conciertos. Después de They are out here habíamos grabado nuevo material en Bonham [estudios de A Coruña]. No estábamos convencidos y se eternizó. Vino la covid y quedó pendiente el disco”, relata. No solo hubo ensayos y bolos, por cierto: colaboraciones como el single de versiones rockabilly con Willie Succo Brother, su participación junto a Espiño en un homenaje a los veteranos Ruxe Ruxe o la performance con la artista catalana Laia Estruch ocupaban el tiempo. “Hace un par de años juntamos cinco canciones y nos dijimos 'hay que acabar el disco'. Pero no somos un grupo que lo tengamos todo cuadriculado o pensemos una estrategia”, afirma. De hecho, tampoco White Fire y su tono del fin de los tiempos no resultó algo premeditado.

“No pretendía ser un trabajo conceptual, ni mucho menos. Además, ninguno de nosotros es un escritor”, argumenta Leis, “una vez que acabamos, sí que vimos que las canciones tienen un fondo apocalíptico. Son los tiempos, tras la pandemia, no sé si estamos ante el fin del capitalismo...”. En el videoclip de White Fire, la canción, firmado por Playboy Navigatore y Furrinheira, le explota la cabeza a un avatar de Donald Trump. Y, a la vez, ese fuego blanco del título indica cierta renovación psicodélica, subraya el bajista. De ese género, rock derivativo e improvisado, no hay mucho en los surcos de White Fire, pero sí esa particular amalgama samesuga -sanguijuela en castellano- de punk, rock&roll sucio, garage o power pop contundente -el tema Hard to pretend. Todo bajo una magnífica producción realista y con una versión de los legendarios Wipers como cierre, Messenger. Lo presentaron en su ciudad de fundación y residencia, Santiago de Compostela, el pasado 31 de mayo, en la Sala Capitol. Ahora lo rodarán por Porto o Barreiro, en Portugal, Lalín (Pontevedra) o Boiro (A Coruña). El circuito para las guitarras inflamadas todavía existe. Contra todo pronóstico.

Internet lo cambió todo. Cuando los integrantes de Samesugas subieron por primera vez a un escenario con sus bandas anteriores, la comunicación en la escena punk y hardcore la vertebraban los fanzines y el correo postal. Ya no, claro. Pero el círculo de contactos y amigos de Samesugas surgió entonces. “Mantenemos grandes amigos en Catalunya, en Euskadi, en Argentina, donde publicamos el disco compartido con Marcelo Pocavida & The Viagra Boys (2008). El circuito underground sigue vivo como siempre”, asegura. Y eso que, efectivamente, los tiempos han cambiado. Y de qué manera. “Cuando empezábamos, el rock, y algo menos el rap, era la música de los jóvenes. Eso cambió, obviamente, y la gente más joven ya no lo consume”, aduce Leis, “aunque al concierto de la Capitol vino mucha chavalada de 20 años. Nos sorprendió. Antes no nos sorprendía, pero es que lo normal en nuestras actuaciones es que el público ronde los 40 años. Como banda no nos preocupa, nos gusta lo que hacemos y vamos a seguir haciéndolo”. Un cuarto de siglo después.

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