Luis Socorro, autor de ‘Astrónomos del pasado’: “Las creencias de los aborígenes canarios estaban en el cielo, de día y de noche”

El periodista y escritor grancanario Luis Socorro, colaborador de este periódico, ha escrito, “ahora que es dueño de su agenda”, su tercera publicación literaria: Astrónomos del pasado. Arqueoastronomía de Canarias con la editorial Mercurio. Una recopilación de 21 reportajes que, de manera inédita y desde una mirada periodística, se detiene a recoger aquellas pistas que los aborígenes canarios dejaron en cada una de las siete islas habitadas para explicar cómo observaban el cielo, cómo medían el paso del tiempo, cómo utilizaban la luz de las estrellas o cómo les envolvía la totalidad inmensa del pequeño mundo que les rodeaba en un rincón del norte de África.
Se trata de una obra no solo de investigación periodística sino también de divulgación científica, que aborda, en palabras de uno de los prologuistas, el doctor en Astrofísica y arqueoastrónomo Juan Antonio Belmonte: “La primera investigación periodística sobre los estudios arqueoastronómicos que se ha realizado en el Archipiélago Canario” y afirma también que “nunca se habían realizado una serie de reportajes tan exhaustivos sobre astronomía cultural en un ámbito geográfico determinado, ni en la Península Ibérica ni en los dos archipiélagos”.
Sí se habían hecho estudios sueltos en la disciplina de la arqueoastronomía, por el propio Belmonte o por César Esteban, doctor en Astrofísica y arqueoastrónomo, ambos pioneros del estudio de la astronomía cultural en España y ambos investigadores en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Dos pioneros que, con los aparatos que no pudieron tener los primeros pobladores de las islas, demostraron cuánta ciencia había en sus observaciones hace mil años.
El escritor, con un ejemplar entre sus manos, recuerda y agradece “la confianza y apoyo” que depositó en él Canarias Ahora y eldiario.es para poder emprender este peregrinaje siguiendo la luz de los ancestros, en una compilación de más de 20 reportajes, tres por isla, donde ha confirmado el exhaustivo conocimiento que, a lo largo de la historia, todas las culturas, desde la prehistoria de todos los pueblos del planeta, tenían en base a la profunda observación del entorno. “Casi todos eran sociedades agrícolas y ganaderas, que observaban un día y otro, mientras iban con el ganado o los navegantes hace 2.000 años, hace 3.000 años. Siempre el cielo era su guía”.
Para el escritor es fascinante “esa precisión de abrir esas claraboyas que miden la luz del principio de un solsticio al final del otro o de los equinoccios. Había gente que era, francamente, inteligente. Lo que pasa es que no tenían los instrumentos que tenemos ahora, los que tienen los dos científicos que me han apoyado muchísimo para este libro”.
Socorro ha podido redescubrir yacimientos “espectaculares”, por ejemplo, los de la isla de Gran Canaria y la “poderosa” conexión que existe entre ellos. “Hay tres muy potentes: el de Risco Caído; el de Tara, en Telde, que todavía para mí es hasta más espectacular; y después la cueva de la Angostura, que está en un barranco que está en la frontera natural entre los municipios de Agüimes y Santa Lucía de Tirajana”, explica Socorro.

El periodista recuerda que desde el ámbito de la arqueología, Julio Cuenca fue el pionero en la arqueoastronomía en Gran Canaria. “De hecho”, explica, “él fue quien descubrió Risco Caído, una cueva cupular, totalmente artificial, y, con los años, con la observación, descubrió Cuenca que se trataba de un instrumento arqueoastronómico para medir el tiempo con la penetración de la luz”.
En otro capítulo, uno de los dedicados a la isla de El Hierro, el escritor canario menciona cómo los bimbaches, antiguos pobladores de la Isla, “podían predecir la llegada de las lluvias al observar en el firmamento la Estrella del Agua”, como identificaban al planeta Venus. “Llovía”, explica Belmonte al periodista, “cuando lucía al alba” (de ahí el nombre de Lucero del Alba).

“Los rituales”, explica Socorro, “siempre están asociados a las culturas de todo el planeta, pero, debido a esa observación, las personas se dan cuenta de que en determinadas épocas del año llueve y en otras hace calor, las estaciones. Los pastores o las pastoras en la observación se hacen preguntas acerca de lo que pasa en el cielo: ¿Por dónde sale el sol? ¿Qué estrella hay? Un saber que pasaba de padres a hijos”.
Preguntamos desde esta redacción al reportero si considera que hemos perdido la sabiduría de convivir comprendiendo los mensajes del cielo. Se muestra benevolente con el mundo actual: “Nosotros tenemos muchas disciplinas, muchas cosas para entretenernos, muchísimas cosas que antes no teníamos. Pero sí creo que ahora mismo hay gente que le fascina ver el cielo, marineros expertos en las estrellas, en las constelaciones, los astrónomos que han vinculado esa sabiduría que tienen a la cultura de hace 2.000 años, 2.500 años, hace 1.000 años. Siempre hay expertos y algún periodista que le gusta este rollo y le ha dado por difundirlo”.
Nuevos instrumentos, misma observación
Uno de los capítulos que destaca el periodista de su nueva publicación es el que une inevitablemente los destinos del yacimiento de Las Lajitas, en la isla de La Palma, y las instalaciones del Observatorio Astronómico del Roque de Los Muchachos.

“Desde ese mismo sitio del Roque de los Muchachos hace 1.000-1.200 años, ya los nativos, los benahoaritas, tenían un marcador porque justo durante dos días antes o dos días después del solsticio de invierno, el sol sale justo por la cresta del Roque de los Muchachos”.
Es allí, a 2.400 metros, donde un círculo de piedras hincadas con lajas en su interior convive con los grandes telescopios internacionales, como el Gran Telescopio de Canarias o el William Herschel, recordando que el cielo sigue marcando el camino.

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