Del estiércol a la electricidad: la revolución silenciosa del biogás
Reciclar la basura, hacer un uso responsable del agua o apagar la luz cuando no es necesaria son algunas de las acciones a favor del medioambiente que hemos incorporado a nuestra cotidianidad en los últimos años. España está andando el camino de la transición ecológica en varios frentes, como muestra la reducción de un 5,5% en las emisiones de gases de efecto invernadero en 2023 —el 23% correspondiente a los hogares—, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), con el objetivo de alcanzar la neutralidad climática antes de 2050.
Energía de los desechos
La energía solar fotovoltaica, la eólica y la hidráulica constituyen el grueso de la potencia limpia que se genera en España, detalla Red Eléctrica. La energía solar térmica roza el 2%, mientras que un conjunto de otras fuentes, entre las que destaca el biogás, representa el 1%. La apuesta por los fluidos de origen orgánico como fuente de energía va tomando forma, con unas 260 plantas de biogás operativas hoy en día, señala la Asociación Española de Biogás (Aebig) —en toda Europa existen unas 19.000—.
El biogás es un gas compuesto principalmente por metano (CH4) y dióxido de carbono (CO2) en proporciones variables, en función de la composición de la materia orgánica a partir de la cual se ha generado. Las principales fuentes de biogás son los residuos ganaderos y agroindustriales, los lodos de estaciones depuradoras de aguas residuales urbanas (EDARs) y la fracción orgánica de los residuos domésticos.
Es un gas renovable que se puede utilizar de tres formas: convertirlo en electricidad y calor en una planta de cogeneración, se puede inyectar a la red de gas natural —en forma de biometano—, para su uso doméstico o el sector industrial, y también se puede convertir en combustible para vehículos, explica el Clúster Bioenergía Catalunya.
El biogás también contribuye a la descarbonización, al capturar gases de efecto invernadero, al sustituir combustibles fósiles y al evitar emisiones de CO2 en la fabricación de fertilizantes químicos. Además, el digerido que se obtiene se puede considerar un biofertilizante orgánico en determinadas circunstancias.
Buenas perspectivas para el biogás en España
Con el objetivo de alcanzar la neutralidad climática antes de 2050, la creación de plantas de biogás y de biometano ha tomado velocidad en la Unión Europea (UE). Alemania y Francia llevan la iniciativa, con el 69% de las 1.548 infraestructuras de biometano existentes, mientras que España representa el 0,5%, con nueve. Y ello a pesar de la capacidad que todas las instituciones y organizaciones del sector le adjudican. “El aprovechamiento del biogás en España está muy por debajo del potencial existente, y muy alejado del obtenido en otros países de la UE.
Distintas fuentes estiman un elevado potencial disponible en España que se situaría como el tercero o cuarto país de la UE y, sin embargo, nuestro país cuenta con tan solo alrededor de 200 plantas de biogás y menos de una decena de biometano“, reconoce el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico en la última actualización —septiembre de 2024— del Plan nacional integrado de energía y clima.
Economía circular y soberanía energética
Apostar por el biogás también es una forma de promover la innovación y la economía verde, más allá de la agricultura y la ganadería, fuera de las ciudades. De descentralizar actividad económica y apostar por tecnologías punteras, además de generar puestos de trabajo. E incluso juega un papel geoestratégico, al reducir la dependencia exterior de gas natural de origen fósil y potenciar la soberanía energética.
Los grandes consumidores industriales europeos ya están mostrando interés por el biogás, sobre todo sectores como el transporte, auspiciados por los compromisos de descarbonización de la UE. En España, las empresas privadas se están posicionando a favor del desarrollo de proyectos de biometano.
